*por favor, no te tomes lo que vas a leer como una verdad absoluta, si no te hace bien leer este texto ahora puedes pasar a otra cosa. Si te despierta curiosidad o cierta incomodidad que es sostenible para ti, sigue adelante y ojalá contruyamos junt@s una consciencia nueva.
Puede que haya algo que te duela o moleste y a la vez no quieres que te duela o moleste. A veces esto puede ocurrir porque no quieres o puedes asumir un conflicto, porque te duele muchísimo y te resulta insostenible, o quizás una parte de ti no entiende o comprende que te altere algo que ha ocurrido (o dejado de ocurrir). Hay una parte que sufre y otra que te está protegiendo de sufrir. La parte que protege está evitando sentir el dolor, la incomprensión, o una dificultad. Este mecanismo de protección es natural, válido y humano, y a la vez genera una tensión que añade malestar al sufrimiento original. Comprenderlo te ayudará a poder atender y aliviar el malestar emocional que efectivamente sientes dentro de ti.
Las heridas emocionales suelen ser más difícil de manejar que las físicas, porque en nuestro entorno no solemos hablar de ello, apenas conocemos vocabulario para referirnos a estas experiencias, y nuestro sistema de organización social difícilmente lo contempla. Por tanto, es natural que te cueste hacerle un buen lugar, el contexto no favorece ni nos acompaña a manejar estos malestares internos.
El dolor o inquietud emocional, más allá de que te parezca que deberías sentirlo o no, es tu cuerpo hablando: en el cuerpo sentimos las sensaciones que conforman las emociones. El cuerpo y las sensaciones son claras y te están expresando de algo que es importante para ti, aunque no lo entiendas todavía.
Ahora bien, si te pillas diciéndote no me debería afectar, no debería estar sintiendo esto, no es justo, etc., estás generando más malestar si cabe, vamos a ver cómo aliviar toda esta maraña afectiva.
Tu herida emocional, que quizás se despertó con tu hermana, tu jefa, o tu amigo habla de una parte de ti que quizás se siente o sintió despreciada, asustada, frustrada, etc. Y esto es lo importante. Si te quedas mirando y repitiendo no quiero sentir esto, no debería sentirlo, estás mirando el dedo, en lugar de la luna. La luna es tu herida, y el no tendría que molestarme es el dedo que señala tu pena, enfado o llaga. (A veces no podemos mirar el dolor de frente, y eso también está bien, todo tiene su momento)
Para tomar consciencia de estas partes internas que se activan es necesario tomar cierta perspectiva, puede ayudarte poner fuera de ti unos objetos o muñecos que representen estas dinámicas interiores, esto te puede ayudar a clarificar estos diálogos (internos) que te protegen del dolor y, también, de la sanación.
Y ¿qué hacer con el dolor? El dolor lo podemos acoger, cuidar, respirar, y ayudar a transformar con nuestra atención y dedicación, después es liberado, una vez ya lo hemos cuidado. Igual que harías con un corte en tu brazo que requiera tu atención, igual puedes atender tu aflicción emocional. Mucho cariño, respeto, y atención, a la vez que dejar reposar y entender que el cuerpo físico y emocional tienen sus procesos y sus tiempos. Y desde luego, si se te hace bola, si te resulta muy difícil sacar la cabeza de un mar de sufrimiento emocional, puedes buscar ayuda, a menudo en compañía es más ligero.
Seguramente como sociedad necesitamos más espacios en los que poder afligirnos, permitirnos sentir el dolor que nos producen las circunstancias de la vida y así poder recomponernos y seguir adelante. Ojalá encuentres una forma de poder encargarte de tu propio dolor en este mundo en que vivimos, ojalá que entre tod@s lo pongamos cada vez más fácil.
Si buscas un espacio de psicoterapia individual contáctame en hola@soniagutierrez.es o por whatsapp y valoramos junt@s cómo acompañarte.
Un abrazo.
Sonia.